Laberinto con salida a la bahía
Laberinto con salida a la bahía
desde la atalaya de pendientes peñascos
gritando tu grito desesperado a ese mar
inmenso de calma,
por donde caen las horas de cada tarde,
rojas, sobre el espejo del horizonte
como la sangre de tus calles estrechas,
mojadas, brillantes de lluvia de invierno.
¡La bella Nápoles!
junto a la boca del infierno.
Reino de los desamparados,
de los que serán 'felices'
en la otra vida, tal vez.
Madre de niños descalzos.
¡Corred hijos de la bella Nápoles!
pues tenderá el magma de la roca árida
sobre vuestros corazones estrechos de calles
sin oxígeno, que saben a neumático.
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